En el caso de la comprometida distensión entre el PP y el PSOE no tenía por qué fallar el adagio de que del dicho al hecho hay siempre un trecho. En efecto, incluso una norma como la nueva ley del Suelo –por la que suspiran en masa los alcaldes sociatas y que ya se ha abierto a sus enmiendas—encuentra ya obstáculos nada más iniciarse su trámite parlamentario, amenazando con un retraso que, sin beneficio de nadie, perjudicaría a muchos, en especial a los Ayuntamientos que tienen empantanados hace tiempo sus planes urbanísticos. ¿Habrá hablado de ojana el candidato Espadas al prometer diálogo abierto o estaremos ante simples regates tácticos, residuos de la costumbre obstruccionista? Harían bien ambas partes afrontando sin complejos un compromiso de colaboración que, en este caso, cuenta con la anuencia inicial de tirios y troyanos.