Que cada palo aguante su vela, eso es lo más justo. Por eso tiene sentido la maniobra del PP de llevar al Congreso la exigencia de que se acometa de una vez la carretera Huelva-Cádiz, ahora vetada al alimón por le PSOE e IU. La medida no tiene por objeto ganar lo que sin mayoría no se puede, obviamente, sino dejar claro quien está a favor de esa obra trascendental para la provincia y quien se opone a ella, del mismo modo que en su día se forzó a los diputados onubenses del PSOE –los mismos que votaron todo lo votable cuando ocurrió lo del ‘Prestige’– a descubrirse votando en contra de que se concediera a los quemados del gran incendio onubense la ventajosísima condición de “zona catastrófica” para luego votar a favor de que se le concediera a los quemados de Guadalajara. Está bien que el pueblo sepa lo que hacen sus representantes, pero con nombres, apellidos y etiqueta de partido.