Si se hicieran realidad la décima parte de las propuestas lanzadas ayer en el debate parlamentario, tanto por parte del Presidente como por el lado del aspirante a sucederle, problema resuelto: Andalucía saldría disparada hacia adelante. Pero pocos serán quienes hayan podido imaginar siquiera por un momento que esas promesas pasen de meras palabras, aparte de que siempre cabe preguntarse, sobre todo oyendo hablar en nombre del gobiernillo regional, por qué, si tan fácil resulta arreglar los problemas, hay que esperar a que se enciendan los focos y rueden las cámaras para invocar sus soluciones. Lo de ayer sonaba a último acto y no sólo de la legislatura. Y es que treinta años son demasiados, sobre todo para un fracaso.