A Juan Serrato, cabeza del transfugazo de Gibraleón que arrebató la alcaldía al PP, separado farisaicamente de la militancia del PSOE y luego rehabilitado al frente de su lista electoral, acaba de ser nombrado de nuevo diputado provincial, con lo que las aguas vuelven definitivamente a su cauce y todo queda como estaba. Así es la realidad de la política en Huelva, en éste y en tantos otros casos, con Roma o Cartago pagando traidores sin el menor problema, quizá para que cunda el ejemplo. Hay pactos antitransfuguismo y trucos para rehabilitar a los tránsfugas y organizadores de transfugazos como Serrato. Lo que no hay es voluntad alguna de desarraigar ese espíritu antidemocrático que todos condenan pero casi todos amparan. Serrato no iban a quedarse fuera de esa norma. Bien, pues ya lo tiene todo.