Es posible –y hasta puede que para muchos habría de resultar razonable—que, en el debatillo que nos ofrecerán esta noche, los candidatos apacigüen esos órdagos inútiles que nos vienen prodigando. El de Vox, por ejemplo, calificado tan arriesgadamente de “rotundo”, aunque sea porque hasta el más incrédulo ante la prospectiva ha de ver en la “rotundidad” de los sondeos siquiera un aviso a tener en cuenta. Que Juanma Moreno recoja más intención de voto que las once izquierdas coaligadas juntas es ya un dato relevante. Tanto, que a Vox –y a cualquiera– le resultará difícil justificar ante sus votantes un órdago que fuerce ir a nuevas elecciones. La debacle efectiva del PSOE sanchista ha impuesto a la autonomía andaluza una dialéctica inédita de la que no es posible olvidarse. Que el “cambio de ciclo” ha dejado de ser, tras los últimos años, un simple proyecto, es algo que ve ya hasta un ciego.