Un párroco de los Abruzzos, Dom Aldo Antonelli, ha decidido renunciar finalmente a su anunciado proyecto de mantener una “huelga de misas” en protesta por el silencio, “cómplice” a su juicio”, que la jerarquía eclesiástica mantiene en torno al repugnante escándalo proporcionado por el primer ministro Berlusconi, ese menorero sin escrúpulos que, sin embargo, no poco paradójicamente, ha aumentado su expectativa de voto desde diciembre pasado más o menos en cinco puntos. El párroco, como algunos medios católicos (Famiglia Christiana o Avvenire), entienden que el lenguaje empleado por la jerarquía –incluidos el cardenal Bertoni y el propio Pontífice—resulta tan insuficiente que sugiere una connivencia que los más pragmáticos atribuyen al compromiso adquirido con un Gobierno que ha garantizado, a cambio, el parón indefinido a la cuestión de los matrimonios homo, una pródiga financiación de la escuela religiosa y grandes rigores en materia de bioética. Pero sea lo que fuere, la verdad es que resulta insostenible esa política de paños calientes frente a un caso de corrupción moral que desborda con mucho lo tolerable por cualquier moral social y, muy especialmente, por una moral sexual tan estricta por lo común como lo es la católica, aparte de que constituya un disparate inasumible para la opinión pública en general. Una cosa es la vida íntima de los gobernantes (la de Mitterand y tantos otros ofrecen ejemplos señeros de permisividad por parte de esa opinión) y otra muy diferente el escándalo sistemático de un obseso despreciable que empieza a ser rechazado ya incluso por los tolerantes italianos. No se puede actuar como un cerdo en la vida pública pero tampoco cerrar los ojos ante ese espectáculo por parte de quienes reclaman la consideración de referente moral. El párroco Antonelli ha colgado en la puerta de su templo, entra las necrológicas, un tremendo aviso: “Duelo por el país humillado por un primer ministro y por su Iglesia cómplice”. Seguro que no está solo en su protesta.
Es tan difícil prever cómo terminará la lamentable aventura de Berlusconi como obvio que su mantenimiento se debe a la ausencia de una oposición que merezca ese nombre en un país que no se ha recuperado del fracaso de su clásico bipartidismo. Lo único claro es que ningún país decente puede soportar el peso de la desvergüenza y del oprobio sin pagar a cambio un fuerte peaje de desmoralización, y que la ambigüedad crítica no es aceptable cuando anden por medio valores que deben ser considerados innegociables, especialmente por una severa Iglesia cuyo peso electoral es proverbial. Van a terminar echando de menos a Don Camilo y a Pepone.
Digna columna, valiente y clara: son unos golfos y unos conniventes, es una vergüenza que no se le de la espalda a ese miserable. Los italianos son un pueblo muy especia, que ha sobrevivido ya al fascismo y a ese bipartidismno clásico de que habla jagm. Y un pueblo extrañamente pasota que parece sumido en una de sus cotas más bajas.
No veo por qué la Iglesias ha de interferir la vida política, ni siquiera cuando se trata de una situación como la procovocada por Berlusconi. Para eso están los jueces, señor gm, no el Papa.
¿Y qué creen ustedes que ocurriría en nuestra Ex-paña con algo semejante? ¿Es que ya no recuerdan al ex-Vicetodo sevillano, viviendo en bigamia de hecho, tres días a la semana con una y los cuatro restantes con la otra? Como apunta Guerrita, el médico-casitodo, en su biografía chusca del sujeto, empreñólas a ambas casi al alimón.
El bipartidismo italiano, en tiempos parecido al de aquí, aunque sin pisar Peppone el Quirinal de visita, tenía al frente a besucones de la cosa nostra, para mí, más escandalosos por su trascendencia que el rompebragas de ahora.
No seamos como los yanquis, en cuyas películas «de acción» aptas para mayores de 7, se mata al por mayor y detall, pero si se atisba pezón ya la película pasa al género infra.
Mis afectuosos saludos y espero ser menos absentista.
Dichosos los ojos , doña Epi, que la hemos echado mucho de menos, y happy return inter nos!
Creo que lo peor no es que este señor tenga un harem, es que la gente siga votándole.
Un beso a todos.