Antier, durante la noche de Navidad, los servicios de salvamento españoles estuvieron luchando en alta mar para rescatar a unas decenas de desdichados perdidos y a la deriva en una patera. ¡Noche de paz! Mientras en nuestro deseado paraíso (¡), se celebraba el festín navideño invocando, por si fuera poco y no poco cínicamente, el paradigma mítico de la pobreza, aquellos desheredados apostaban contra la muerte en un piélago, como el Mediterráneo, que se ha tragado en el año saliente nada menos que la vida de ¡3.000 criaturas! Y el silencio: ni una voz, fuera del prescindible titular, ni un solo gesto del Poder imperturbable para solucionar la gran tragedia del siglo. El “primer mundo” vive de espaldas al “tercero”. Todo hace prever que en el nuevo año seguirá contemplando imperturbable este genocidio tolerado.