Buena solución la que el PP le ha dado al relevo de su Presidente nombrando para sucederle a un personaje tan incuestionado como el alcalde de Lepe. Lamentable el empecinamiento de la fracción disconforme que no acepta, por lo visto, a este candidato como no aceptaba al anterior cargo, por la sencilla razón de que su objetivo es estrictamente personal: el partido para ellos o para nadie. Ni siquiera la compleja circunstancia que vive el país y la provincia han bastado para hacerles desistir de su proyecto crítico para el que tienen tanto derecho como escasas probabilidades de éxito. Para romper un partido, o para intentarlo, hay que tener muy sobradas razones, y esta candidatura de segundo nivel, evidentemente, no las tiene. En manos del PSOE esos cimarrones habrían durado media hora. Eso es una de las cosas que le quedan por aprender al PP.