El tema de la “recentralización” que ha puesto encima del tapete Vox es pura dinamita. Revisar el modelo autonómico tiene sentido, desde luego, a la vista de los excesos que padecemos, pero si resulta razonable replantear constitucionalmente algunas precipitadas transferencias que hoy comprometen la propia unidad nacional, no lo es menos la conveniencia de extremar el tacto. España es ya, probablemente, un irreversible Estado autonómico cuya población actual con dificultad se reconocería en un modelo jacobino. Siempre será posible meter en cintura a las taifas sin necesidad de reimponer el sultanato, pero el proyecto de dinamitar el edificio nos devolvería, también sin duda, a las tensiones superadas hace cuarenta años.