Se ha despachado a gusto la defenestrada lideresa del “régimen” en una radio amiga al poner de vuelta y media al “Gobierno del cambio” reclamándole, ¡admírense!, “lealtad”, “transparencia” y “atención al interés general”. ¡A falta de buenas razones, duro y a la espinilla! Y lo ha hecho como si ella todavía fuera alguien en el paisaje político, como ignorando los peores augurios y por completo olvidada de que ese sanchismo al que ahora defiende no es otro sino el que ella misma echó y del cual aguarda disimulando el finiquito. Mientras tanto, su también defenestrado alférez conspira contra ella en Huelva, y desde el extremismo de Adelante Andalucía se carga en su debe la culpa de las cuitas de hogaño. El fracaso es siempre malo, pero resulta pésimo cuando los fracasados no tienen donde ir.