El alcalde de Ayamonte acaba de dar una soberana lección política a su partido, el PSOE, y por extensión, a todos los demás: se ha retirado del tirón, tras dieciséis años en el cargo, con tal de no aceptar la lista que trataba de imponerle el “aparato” desde la capital, y lo ha hecho con un desplante garboso: “Recibí una llamada de la Ejecutiva para que nos sentáramos a confeccionar la lista, y yo dije que a mí, la lista no me la confeccionaba nadie: eso lo hago yo”. Y lo hizo: “ascendió” al número 2 hasta el 1 y se retiró el por el foro dejando plantados a los muñidores. Hacen falta muchos alcaldes como ése, que no traguen con tal de continuar, que sean capaces de hacerse respetar por su propio partido para ganarse el respeto de los ciudadanos. En el PSOE y en todos los partidos, por supuesto. Mientras la sumisión servil sea la regla estas excepciones serán la última pero imprescindible esperanza.