No me parece bueno el debate sobre el liderato de Griñán que, ciertamente, ha comprometido el embolado de Mar Moreno como “missi Dominici” o enviada del señor. Siempre, y más en una situación crítica, resulta imprescindible la confianza en un liderato político que, por su propia naturaleza, es indivisible, y para abordar la cuesta abajo de la crisis pero también para enarbolar de una vez la autonomía, poco ha de ayudar que propios y ajenos cuestionen al líder legítimo. Claro que esa batalla ha de ganarla el propio Griñán y nadie más. Porque yo que él, a estas alturas, no me fiaría ni de mi sombra.