Ni les cuento la que me han dado tres comunicantes (¿o sería sólo uno y trino?) por haber repetido aquí la vehemente crítica de Jean Daniel a la mediocridad de los líderes actuales. Me ha caído en lo alto la socorrida teoría de que la talla de los personajes históricos es una cuestión subjetiva en la medida en que el tiempo hace sobre ellos el efecto de lente potenciadora mientras que la proximidad los empequeñece por un mezquino efecto tal vez relacionado con la emulación. Ya. He de decir que, en efecto, hace mucho que lamento la mediocridad de nuestra era –que hay eras mayúsculas frente a otras grises no hay modo de discutirlo–, no sólo respecto a los momentos estelares del pasado español y occidental en su conjunto, sino por comparación con los niveles de prohombres más cercanos. Quienes se hayan asomado con atención a las obras de Cánovas reeditadas hace poco habrán podido calibrar la estatura intelectual de aquel zorro ilustrado, lo mismo que pueden haber hecho los lectores de la recientemente revisada escritura de Azaña. No le den vueltas: no disponemos hoy en España de una cohorte generacional como la del 98, como la del 14, como la del 27 ni como la del 31, comparadas con las cuales esto es todo lo más un ateneo de provincias. Por no hablar de la pléyade “ilustrada” (desde Jovellanos a Feijoo, dese Capmany a Ustáriz, desde Olavide a Floridablanca. ¿Dónde encontrar hoy un Pí, un Castelar mismo, un elenco como el krausista? Griñán me discutió una vez este tema esgrimiendo las figuras de Hayes y Freeman cuando yo lamentaba el hueco dejado por los Sartre, los Camus, los Mandel, los Gorz o los Naville, idea de la que no he logrado desprenderme y en la que reafirmo cada vez que tengo que oírle sus paparruchas a alguna de las minervas que nos pastorean. Sí, vivimos una era mediocre, por arriba y por abajo. En Europa no hay un solo líder que recuerde a los que rememoraba con nostalgia Jean Daniel. Y en España, mejor no hablar.
No es un efecto deformante el que nos hace comprender que navegamos al pairo con el peor Presidente de de la democracia o con el Gobierno más insolvente. En Andalucía, no contentos con entregarle la Gobernación de la autonomía a un caballero sin estudios, se le añade la Justicia, y puestos a escoger sus manos derecha e izquierda en su proyecto prioritario de luchar contra el abandono escolar, nuestro Presidente elige y da mando en plaza a dos huidos de las aulas, mientras pone Educación y Cultura en manos de dos graduados medios. ¿‘Excelencia’? Estamos hundidos hasta las trancas en la “aurea mediocritas”: échenle un vistazo a los historiales de nuestros parlamentarios y gobernantes. El saber se ha vuelto sospechoso para la lógica hobbesiana que es la razón fuerte de toda partitocracia.
Lamento no haber llegado a tiempo ayer para comentar su honrada e inteligente columna. Hoy le quiero mostar mi acuerdo absoluto: no es pesimismo ver mediocridad en esta época, es sentido de la realidad, bien sentido sin más. Las comparaciones serían aplastantes. Hay mucho Griñán por ahí con argumentos como el que usted refiere, pero es batalla perdidfa para ellos, que son los pirmeros mediocres encumbrados.
Usted cita a Cánovas o a Pí y Margall. Ponga a Zapatero o a Griñán en sus puestos… Discutir esta cuestión es emperrarse contra la evidencia. Esta es la Edad de Hojalata, todo lo más.
Ayer olvidó usted decir, aunque me consta que lo sabe, que los funcionarios gozan de fijeza en el trabajo no por privilegio sino como exigencia de su independencia. Desde el siglo XIX, cuya experiencia en ese sentido, fue lamentable, se decidió dotar a los funcionarios de una cierta independencia que los pusiera relativamente a salvo del capricho de los pollíticos, que lo shan considerado siempre enemigos precisamente por defender el imperio de la Ley frente al capricho. Eso es muy importante, don jagm, y debe insistirse en ello.
Sobre todo en una era de mediocridad como la que usted retarta hoy.
«Manguito» olvida a los contratados libres y a los asesores que medran con la clase política.
Miles de ellos pululan por las administraciones públicas y cientos tienen contratos blindados millonarios.
Nunca como ahora la «clase» política ha llegado a ser tan corrupta e inmoral.
Y es que la partitocracia es la entrega de la soberanía a los partidos políticos, que junto a los sindicatos, son los garantes del Sistema actual capitalista, impuesto por los vencedores USA e Iglaterra tras la II Guerra Mundial para toda Europa.
En Espanya nos libramos de ellos porque ya tenían al general Franco y su jauría de hienas facistas, de represores experimentados.
Mire, señor, yo no olvido algo que, en razón de mis responsabuiliades, he podido conocer mucho mejor que cualquier ciudadano. No confundo –y es una pena que jagm no consiga que EL Mundo deje de confundirlos– a quienes ganaron su plaza por oposición. como garantía de su independencia frente a los políticos advenedizos, con quienes éstos llevan a «sustituirlos» para poder hacer su carpicho. Hace poco un tribunal sentenció a la Junta en el sentido de que era ilegal esa auténtica suplantación de funciones que se perpetra a diario lo mismo con los «contratados políticos» que con los empleados de las empresas públicas.
Veo muy relacionados los dos temas que preoucpan a los comentaristas, el de la mediocridad de la época actual, y el del maltrato a la función pública. Como profesor recuerdo que la libertad de cátedra sólo fue una realidad por el carácter virtalicio que la cátedra «ganada» por el opositor tenía. Recuerden la noche famosa que le costé a Castelar lo que le costó. Pero sobre lo primero, es evidente, le guste o no a Griñán (a quien supongo bastante menos prepoarado intelectualmente que a su polemista), que ni esta España, ni esta Europpa, son lo que fueron. Una Bibiana –y podríamos dar mil nombres más– jamás hubieran llegado a esas alturas en los viejos tiempos, en los que había zorros, lobos, jabalíes y lo que se quieram pero no tantos indocumentados. Si en las Cortes se hubiera oído alguna vez eso de «miembros y miembras», hubieran fulminado a la boba que lo dijo. Pero esa boba no dista gran cosa –intelectualmente, insisto– de ese ZP inventado por Rubalcaba…
Su complejo de superioridad es indignante. Usted y sis citas, sus alardes, es una mierda y un camelo, que no tiene problemas para enmerdar a los demás. Envidia se llama eso.
Hubo un Europa que se permitía el lujo de reunir en un palmo de terreno a Miguel Ángel, Leonardo y Rafael, una España que reunía en un mismo Madrid a Cervantes, Lope, Quevedo, Góngora (cunado iba de viaje), los Valdés y tantos más. ¿Hay algo hoy en Europa o en España comparable? Pues claro que, pero lo mismo cabe decir si comparamos con nel XVIII o con el XIX, incluso con el XX. Hay edades de diferentes metales, lo demuestra la simple experiencia. Y quienes tenemos que vivir en una de las edades mediocres hemos de confrmrnos con la conciencia de la mediocridad ajena y con la nostalgia de las glorias pasadas yu, por qué no con la esperanza de las futuras.
Mediocres: para mediocres, nuestros Parlamentarios: entre medio millón de pesetas largos y un millón de hecho al mes. Les recomientro que echen una mirada a sus curricula: verán por donde andan los niveles, incluyendo los dos personajes encumbrados por Griñán a los puestos más relevantes de su partido. Aunque también lo de la Junta es de abrigo: busquen a ver si encuentran a alguien con una historia laboral medio qué. Mediocridad es poco. Eseto es le bibianismo sin ilustrar, el todo vale con tal de que obedezcan a ojos cerrados. Griñán mismos –escúchenlo cuando habla– es un mediocre, aunque tenga su oposición bien ganada. Qué se puede esperar. Cuando en Europa andamos entre gente de medio pelo ya puede imaginar lo de aquí.
Don Pangloss: un apunte. Hasta donde yo recuerdo, la que dió el pistoletazo de salida no fue Bibiana, fue doña Carmen Romero con sus «jóvenes y jóvenas». Así que la brecha de la mediocridad -língüísitica al menos- quedó inaugurada en España un poquito antes. Y creo que la mencionada era profesora de Literatura.
Sdos.
Evidente medicoritas, pero sin aurea. ¿No hemos quedado que hojalata, de la que parió la gata?
Eso sí, no confundir las cosas. Para mí que Griñán es un Sagasta redivivo comparado con el compañero Manolo. Y ha estado aquí hasta que las ranas han echado lanugo.
Por otro lado, y sin querer enmendar la plana demasiado a uno que se fija, me permito recordar que currículo es palabro aceptada en el DRAE y que su plural no tiene por qué ser el del neutro de la segunda declinación latina, que como cultureta queda bien, pero.
Por otro lado, en la bancada de enfrente tampoco brillan las lumbreras. O sea que.
mediocritas, sorry.
Multibeso per tutti.
En todas las bancadas, Yamayor, pero nadie ha dicho lo contrario. En cuanto a Sagasta/Griñán, le sugiero que eche un ojo a las actas del Congreso y lea los discursos del prohombre que tan buena boda hizo en Logroño, y que nadie va a convencerme de que es comparable –ni con Chaves de tercero en la comparación– con el actual mandatario, que me parece más un «globo» cada día que va pasando. Su polemica del miércoles en el Parlamento que hoy ofrece El Mundo y dan otros periódicos pero menos, puede drale una idea, aunque Arenas tampoco queda demasiado bien en ella. Gente del montón, o como diría el anfi, membrillos más o menos refinados a los que la púrpura disimula su condición, como a los melocotones de lujo que se venden por ahí.
Ese asunto ha surgido muchas veces, en Europa tanto como en EEUU, y casi siemopre se aparca por presión de los propios «grandes» del momento, que reclaman su categoría, como es lógico y natural. Don JA y un servidor asistimos hace mucho en París de Francia a uno de estos debates, el que se levantó tras la muerte de Sartre (tras la de Camus o la de Merleau ya había ocurrido lo propio), no sé si él lo recordará –seguro que sí–, y ya entonces comprobamos que el Presente lavanta siempre su mayúscula con sumo brío frente a un pasado que carece de voz propia. No tengo dudas sobre la tesis de la columna, e incluyo encantado a este Obama, asomrbo de los tiempos, pero sobre el que cada vez más gentes las tiene menos consigo.
Gracias retrasadas por lo de ayer.
No cabe duda de lo que propone. Puede que el Tiempo agrande las cosas –las buenas y las malas– pero hay que estar en la higuera para no distinguir entre personalidades y culturas como la de los líderes actualkes y las antiguas. Claro que en la República hubo grandes talentos y ello no evitó lo que no evitó. Pero díganme qué podría compararse hoy con la Asociación al Servicio de la República, con su Ortega, Pérez de Ayala, Marañón y no sólo ellos. Si este mundo no fuera mediocre hoy no estaríamos asistiendo a ciertos espectáculos lamentables.
El bolsillo duele: una encuesta, supongo que de urgencia, da al PP la maypría absoluta que hace tres días le negaba. Se ve que habían pensado en congraciarse con la opinión deformada atracando a los funcionarios, pero no habían contado con que los atracdos son varios millones que, muiltiplicadoa al menos por dos, son más millones todavía de votos perdidos. La democracia es una cuestión gástrica en última instancia: da de comer a muchos y hace tragar a los más. (A pesar de lo cualñ uno es demócrata).
Sí, Señoría, los que no son demócratas son ellos. Sólo son especuladores en votos.
No sé si han tenido noticia de la encuesta de Antena 3: el PP tendría hoy mayoría absoluta. ¿Ven lo que puede conseguir meterle la mano en el bolsillo a tres o cuatro millones de trabajadores? Pues veremos qué ocurre cuando acaben metiéndosela –por su mala cabeza y cobardía, sobre todo– a muchos más. Aquí no estamos ante un dilema partidista PP/PSOE, sino ante una emergencia nacional que este gobierno no sabe cómo abordar si no es por el lado más fácil. Lo de la columna de ayer. Pues eso.