Que la democracia anda en crisis es cosa que la sociología política sabe hace años tan bien como la propia experiencia. Se ha impuesto por doquier la partitocracia hasta convertir en caricatura el retrato del pueblo que legitima el gobierno representativo. Todo el mundo conoce y mucha gente repudia ese paripé que ha convertido en una liturgia el mecanismo electoral en la medida en que la sociedad sabe que su convocatoria periódica no es ya más que una coartada formal que excluye hasta la sombra de la participación real en el autogobierno de una ciudadanía que conoce al dedillo su papel de comparsa. La representación democrática ha dado de sí una “casta” y ésta ha sabido apropiarse de los resortes hasta garantizarse su reproducción anulando la presencia del la pueblo, lo que ha constituido un factor decisivo para ese alejamiento de la política que ilustra la creciente abstención. Y quizá a ello sea preciso remitir el recurso al referéndum que pretende sustituir a la acción legítima del gobierno representativo lo mismo en Islandia –donde ya ha logrado instalar la política en un caos imprevisible—como en Cataluña donde la paradoja se ha estirado hasta el punto de que los propios gobernantes hayan participado activamente en el disparate. Oponerse a que el país pague la deuda de los bancos o reclamar la independencia al margen de sus respectivos gobiernos constituye una exhibición espectacular de desdén por la legitimidad democrática que debería preocupar seriamente a los responsables en la medida en que cuartea simbólicamente el único montaje político que admitimos como válido al dejar en evidencia su insuficiencia. Entre la “minoría corrupta” y la “masa incompetente” de que hablaba Shaw no acabamos de ver una salida decorosa. No habría otra democracia auténtica que aquella en que la libertad pudiera resolver por sí sola sus asuntos y eso parece que quedó siempre demasiado lejos y a trasmano.
No sabemos qué ocurrirá ahora en Islandia aunque lo probable es que acabe pagando como todo quisque. En Cataluña, la pantomima de los referendos va a servir para institucionalizar el camelo del independentismo ante el que ya se abstienen medrosos hasta los partidos de enfrente. Eso sí, un presidente y sus ministrillos votando en una urna espontánea no dejan de ser un escándalo incluso en este país curado de espantos. En Islandia, al menos, esa mayoría aplastante busca lo mismo que nuestras mayorías silenciosas. Haríamos bien en restañar primero en casa las graves averías de esa misma democracia que tratamos de imponer a otros por doquier y a bombazo limpio.
Sealen de la democracia normal porque carecen de razón, pero eso no explica por qué un Estado consiente que autoridades constitucionales de primer nivel, como el President de la Generalitat catalana y sus consejeros, participan en una parodia como ésa de la independencia. Independencia, que es un cuento chino, porque no es que no la quiera la inmensa mayoría como demuestran estos ensayos, sino que los políticos la utilizan como un instrumento para presionar. Déjenlos que voten, que decvidan si quieren (y pueden), que se vuelvan de espaldas a España y miren al Mediterráneo, como propuso algún empresario máximo de la región, y ya veremos como les va. No creo que el pueblo soberano esté muy de acuerdo cone se proyecto de un sector de la casta política.
Bueno, las listas abiertas ayudarian un poco.
Listas abiertas, don Rafa, las tenemos en el Senado hace 30 años o más y ya ve el resultado. Lo que hay que exigir es que la democracia no utilice atajos y eso es lo que son los referendos cuando no obedecen a una necesidad social manifiesta que los convierte en instrumneto de participación directa en la vida pública.
Lo que han votado los irlandeses, independientemente de la legitimidad del referendum, que Ud. niega, es NO PAGAR LA DEUDA DOS VECES. el dinero ya se lo han llevado , y ahora lo que no quieren es reponérselo a los británicos y holandeses que se lo dieron a los depositantes de sus países.
Es como si ahora hubiera que pagarle a la Seguridad Social y a los bancos, el dinero que les debe Don José María Ruiz Mateos.
La contabilidad es así, tiene sus ingenierías.
María del Mar pone el dedo en la llaga, aunque no creo que a jagm se le haya escapado el tema (aparte de que son los ISLANDESES, no los Irlandeses quien han votado). En lo demás no hace falta decir que todos estamos de acuerdo… menos los bancos: el Sistema ha tenido que ser apuntalado una vez culminado su saqueo. Pero ¿qué quiere, doña? Esto es como es y de sobra lo sabemos todos. Menos los hijos de nuestros próceres y otros benditos del Poder, claro…
Lo que es inaceptable es ver a todo un President acudiendo a esas urnas, aunque sea por correo. Son gestos de desprecio al Estado, a España, que lo lamentable es que se toleren.
Mucho ruido, pocas nueces. No les hagan casos que es peor. Con su pa amb tomaca se lo coman y se les atragante.
En la democracia no creen muchos de esstos que viven de ella, y no solo de los separatistas sino en general sea dicho. Conforme con que debería haber un procedimiento que garantizara al Estado que los jefes de taifas no se salen de madre y si se salen que pudieran ser sancionados como merecen.