No cumple ya cuarenta años el invento de la “ventanilla única”. Se ofrecía al ciudadano la utópica imagen de una Administración simplificada al máximo, capaz de liquidar la herencia larriana. ¡Se acabó la dictadura de los papeles, llegó su fin a la tiranía de las “covachuelas”! En adelante el Estado abría sus puertas ya sin dragones burocráticos… ¿Y qué ocurrió? Pues poco o nada salvo que, en adelante, cada gobierno o gobiernillo, renovaría la misma promesa. El decreto que antier aprobó el “Gobierno del cambio” no ha querido quedarse fuera de esa tradición y ha proclamado la poda general del frondoso árbol administrativo para liberar al contribuyente de esa opresión secular. No deja de ser curioso ver al Leviatán desatando los nudos que él mismo trenzó.