Las cubiertas de complejos deportivos llevan camino de convertirse en un peligro político de primer nivel. En Sevilla, una que era propiedad del Ayuntamiento y que había costado un riñón. Desapareció sin dejar rastro (¿) y si te vi no me acuerdo. En Huelva, una empresa que da la casualidad que participa un hermano de Chaves instaló, con subvención de la dirección de la Junta que ostenta otro de los hermanos, una muy sofisticada en el Pabellón Deportivo que se vino abajo al poco tiempo, lo cual no ha sido obstáculo para que la consejería de Turismo (es decir, el mismo hermano/director) se la vuelva a adjudicar, en esta ocasión de manera directa. Son muy peligrosas las cubiertas, pero ya se ve que según y cómo, y que depende de quien que quien las instale tenga el arnés bien sujeto.