La consejera de Presidencia anda haciendo juegos de palabras (y malabares, claro) para justificar lo injustificable, a saber el escándalo supremo de las prejubilaciones falsas y, posteriormente, el fraude en las ayudas a la creación de empleo, ambos protagonizados por la Junta. Dice, por ejemplo, que “no estamos echándole cara al asunto” sino “dando la cara”, pero los hechos, que son tremendos y que cada día se agravan, no permiten ya otra dialéctica que la que supondría tirar de la propia manta. Ningún “caso” más grave ni más inverosímil que estos que se están descubriendo en plena crisis, y ella lo sabe. Aunque fuera por respeto a la opinión, en consecuencia, haría bien en renunciar a tanto camelo.