Pocos temas han suscitado tan encendida polémica como el del uso de la cámara oculta. Se quejan de ella los perjudicados, mayormente, aquellos a los que su irrefutable testimonio ha bajado del pedestal para dejarlos literalmente a los pies de los caballos. ¡Oh, las garantías que la democracia prodiga! Pocas instituciones democráticas han sido defendidas con tanta pasión por los delincuentes y asimilados, aunque hay que decir que no poco apoyados por un celo judicial rayano en la superstición. Aquí hay casos de cohecho probados y hasta reconocidos por sus autores que han sido archivados a causa de algún defecto de forma, y ningún demócrata –tampoco el que suscribe—protestarán porque se mantenga un fuero tan necesario, al margen del desconcierto y la desmoralización que, como es natural, estas decisiones provocan en la opinión pública. Los reportajes de El Mundo/Antena 3 han revolucionado ese debate que insiste en que el uso de la cámara o el ocultamiento de la identidad profesional supone un quebranto insufrible del derecho de los pillados. Un canalla mexicano dedicado a vender órganos de jóvenes sin recursos, una organización especializada en amañar concursos de belleza, un friqui especialista en la estafa de la pseudomedicina que no se tentaba la ropa a la hora de descalificar el diagnóstico médico, una mafia dedicada al tráfico de armas o a la trata de blancas: todos y cada uno de esos miserables han protestado en nombre de la sacralidad del derecho, incluso después de que la jurisprudencia haya establecido de manera tajante la legitimidad de ese procedimiento periodístico en el supuesto de la investigación veraz que verse sobre un asunto de interés social, y que siempre que entre la información lograda y el eventual daño causado exista una lógica proporcionalidad. Hasta la gentuza que se mueve a sus anchas en los ambientes más abyectos se nos ha vuelto de repente “procesalista” y encendida paladina del imperativo ético. El mundo al revés. Muchos creemos que para tratar de ponerlo al derecho no debe temblarnos el pulso.
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A esa caterva de malevos y friquis se unen ahora los obispos vascos, cabreadísimos porque uno de esos reportajes nuestros los han dejado en la más denigrante evidencia como cómplices activos, en no pocos casos, de los terroristas y, lo que no sé si es peor si cabe, como ideólogos del terror que ellos justifican en los reconocidos términos del mito nacionalista. Alegan que se ha abusado de la ética periodística al ocultarles la cámara testimonial y, por supuesto, la personalidad de los investigadores, como si el toque estuviera en la formalidad del reportaje y no en la clamorosa evidencia de que el clero vasco apoya moral, institucional y hasta físicamente a ETA, como si disimular la condición de periodista fuera peor que esconder en la parroquia a unos asesinos que acababan de darle matarile –como decía Corcuera—a unos ciudadanos inocentes. No apetece, de verdad, seguir con esta matraca. Al obispo Setién –casi más allá de la caricatura que de él hace Ussía—debería darle vergüenza su justificación del crimen o su abono de las estúpidas y falsarias tesis aranistas en lugar de protestar porque alguien más listo que él haya demostrado al mundo –y al Vaticano, por cierto—una complicidad con el terror que él teoriza sin complejos. Porque ahora tenemos pruebas materiales, seguramente no adecuadas procesalmente pero terminantes, de que tanto él como sus segundos y terceros pertenecen al ámbito psíquico de la banda y, llegada la ocasión, también a su espacio estratégico. Con la cámara oculta y la identidad fingida, vale, pero más claras que el agua. Ahora sabemos por boca de ella misma, que la Iglesia vasca está con ETA y no con el millar de víctimas, que la comprende, que la justifica, que la respalda y que, llegado le caso, le da seguro asilo. ¿Qué es una lástima que lo sepamos por la cámara oculta? La verdad es que, moralmente, este alegato resulta un auténtico insulto.
Leña al mono hasta que hable inglés. Duro y a la cresta que el gallo es de goma. Si los delincuentes, proasesinos y bandoleros de hodierno no dudan en aprovechar la ultimísima tecnología para cometer sus tropelías, sus deleznables hazañas contra el bien común y privado, está perfectamente justificado que se utilice la susodicha tecnología para descubrir sus crímenes, sus complicidades nauseabundas, sus dobles y triples -durísimas- caras.
Otra cosa es que estos héroes, juro por Snoopy que para mí lo son, que se juegan la cabeza por sacar a la luz tanta infamia, hayan de blindarse también con todas las de la ley -ya sabemos que la Ciega hace lo que le soplan al oido los leguleyos- para que no los emplumen o algo peor.
No obstante, la ciudadanía muchas veces asiste a estas proezas con idéntico morbo con que contempla a los monos de los experimentos sociales, ora metidos en jaulas con cámaras, ora soportando injurias por su torpeza en el canto o en la danza. A tantos les da igual que les da lo mismo
que un político de altos vuelos les venda la mentira envuelta en oropeles, como que el payo de turno se eche al coleto la bolita de mocos que ha manoseado previamente.
Que el cielo proteja y mantenga animosos a quienes nos ponen al descubierto la falsía y el engañabobos que nuestros próceres nos venden como crsitalitos a los quechuas.
Hace años que se sabía que el clero del país vasco protegía, apoyaba y daba cobijo a los Etarras. Pero cuando se te pilla la mano en el saco ,por lo menos ten la decencia de bajar la cara y callarte. Yo, que soy católica pienso que este monseñor tiene mucha caradura y poca vergüenza. A ver qué dice el Papa a ésto.
¿Qué ocurre, don ja, otro apagón? Yo he intentaod varias veces sin éxito entrar en la página.
Mala suerte, amigos, sea la que sea la causa de este silencio, porque el tema es bien interesante y, en efecto, polémico porque cuestiona no sólo el procedimiento periodístico sino la lógica de la Justicia.
Pero algo pasa, algo como una mala estrella, que presigue a este blog –toquemos madera– aunque tenga días tan brillantes como se merece.
Tampoco yo, desde tan lejos, logré conectar hasta avanzada la tarde (hora española). Me guardo m comentario porque no sé siquiera si llegarán a verlo, y les envío un abrazo a todos. ¡Normalizate, viejo, normalizate de una vez!
Creo que somos los veteranos quienes debemos insistir ante estas dificultades. Yo he entrado al tercer intento, pero me da la impresiónd e que lo que falla es el sistema en general, porque esta mañana he oído quejas en varios lugares. Por cierto, jefe (al margen de este apasionante tema que fejo para momento más oportuno), debería insistir en el asunto por razones que, con precisión de jurista, ha indicado ya nuestro don Mardopalo.
Miren como yo entro, aunque sea para reirme de esa alcahueta cursi que me quiere bautizar en su fe, si es que tiene alguna. Esa´n ustedes mal organizados y no quiero mentirles: me alegro profundamente.
Falta la firma:
Un muslmán español!!!!
Mala suerte –ya se ha dicho– estos incidentes informáticos o lo que sean. Apuesto por la cámara oculta: sin reservas, o sin otra reserva que la de la buena intención. No es lo mismo graber un video a un particular para asesinarlo civilmente (ya que no puede a lo militar, que si no…) que descubrir la golfería secreta de malevos y poderosos.
Mi reino por una cámara! En mi país, pero también en el de ustedes, en cualquier país, porque estos tiempos que vivimos son para bragarlos y llevarlos ante la Justicia. Los programas ElMundo/A3 han sido revolucionarios, se diga lo que se diga, y si han fallado en algo ha sido en no meterse directamente con el Poder político.
Es que si intenta eso último no salen en pantalla, se admiten apuestas. A mí me heló la sangre el testimonio conseguido por los reporteros enytre los vendedores de armas o entre los proxenetas creo que eran colombianos. ¿Cómo estar en contra de esa técnica? Lo que creo es que la Justicia tendría que hacerla suya, no en plan Gran Hermano sino con el fin exclusivo de evitar la impunidad.
¡Pero si la Justicia ya lo hace, si eso está regulado! El problema es la mala «inteligencia» de que se sirven los jueces, unos jueces que carecen de policía judicial propiamente dicha y está a expensas de lo que quiera el poder político, a través de su propia jerarquía. ¿No ha seguiod, ingenuo amigo, las pesquisas sobre el 11-M, los trampeos de las policías, la atadura del juez, el servilismo de la fiscalía…? Todos los jueces suspiramos por un bien video o cintra probatorios, pero en regla, con reglas, nada fuera de las reglas. El garantismo no está reñido con el rigor procedimental.
Es verdad que a mí me resultaría desagradable saber que me están filmando en cualquier momento como en una película policiaca pero encontré el sistema muy agradable en Monaco donde hay cámaras en todas las calles y puedes dejar tu coche abierto sin temer y visitar sin pensar que a la vuelta te vas a encontrar con los cristales rotos y los maletines desaparecidos. así que ¡vivan las cámaras ocultas y especialmente si pillan a los eclésiasticos :más eficaz que el ojo de Caín…