No hay más que ver el desasosiego con que la Junta y el PSOE están viviendo la llamada “reforma” de las Cajas para comprender que en el negocio se juegan bastante más que el fuero. Las Cajas han sido la mayor arma del “régimen”, que no sólo las ha utilizado como inmenso pesebre para sus adictos y como madrina de partido, sino como financiadora imprescindible del disparate autonomista. Griñán sabe que quedarse sin las Cajas es perder el equilibrio y quizá el poder, y desde luego no veo yo que sus opositores muestren mayor entusiasmo que él por ponerlas a salvo de los partidos. Todos ellos han mamado de esa teta inagotable cuyo agotamiento ha desvelado la crisis.