Ya estamos otra vez en pleno chavismo, es decir, haciendo de la autonomía, no un instrumento de regeneración comunitaria regional, sino un ariete contra el Gobierno de la nación. Se reproduce aquella estrategia de la “deuda histórica” empleada a fondo contra Aznar, pero sin caer en la cuenta de que abrumar ahora al Gobierno con reclamaciones inventadas sobre la marcha –fondos para un plan de empleo, por ejemplo, nunca se le exigió a ZP—resulta sencillamente desaprensivo y, en definitiva, dudosamente solidario con el conjunto español. La Junta no puede ser el último cartucho del PSOE contra el PP. Un millón trescientos mil parados (y subiendo), en medio de una crisis pavorosa, reclaman otra política.