¿No sería posible plantear una campaña electoral sobre una oferta realista en lugar de un cuento de la lechera? Pues parece que no, a la vista de la doble oferta que ya, antes de comenzar la campaña, conocemos de los dos grandes partidos: reducir a la mita el paro, así, como suena, por parte del candidato Espadas; aplicar una reducción “masiva” de impuestos según Moreno. Ninguno de los dos dice cómo harían su milagro, pero eso es lo de menos pues según sabemos desde los tiempos de Tierno, “los programas electorales están para no cumplirlos”. Alguna vez oí a Saramago definir una elección con una frase tan pesimista como verificable: en las urnas “se elige a un señor desconocido que cuidará de su propia parcela”. Nada peor para la democracia que fomentar el desengaño creciente de nuestros electores.