Al Gobierno y sus Administraciones se le puede reprochar que haya demorado durante años los proyectos de infraestructuras prometidos a Huelva (AVE, aeropuerto, desdoble de la nacional 435, carreteras San Juan-Santa Olalla o Huelva Cádiz y algún otro), pero quizá no sea el actual el momento de exigirle que cumpla sus promesas. Huelva se quedará sin todo eso, como poco, mientras dure la crisis que acaba de comenzar, entre otras cosas porque la filosofía del zapaterismo no considera ‘gasto social’ más que el despilfarro electoralista, no desde luego las infraestructuras, a no ser que pertenezcan a “amigos políticos”. A nuestra provincia la aguardan, seguramente, años duros, con escasa inversión oficial y habrá que olvidarse, de momento, de aquellos sueños que nunca, en realidad, pasaron de tales. Incluso si vuelven a ser prometidos en otras campañas. Huelva tiene tan probado su conformismo que no debe de preocupar a los que mandan en Sevilla o en Madrid.