Pase lo de la exhibición de los bomberos, lo de los policías municipales y las amas de casa, incluso lo de los seminaristas y curillas vaticanos: el calendario erótico es una moda imparable. Ahora bien, concelebrar la batalla de Bailén exponiendo en un cartel a dos chicas desnudas envueltas en una enseña patriótica, da una idea de por dónde van los tiros de esa conmemoración que hace temer lo peor por más de un concepto. Ya verán como no dice nada tampoco en esta ocasión la legión feminista que cobra en nuestras instituciones y que protestaría, seguro, si el del infumable cartel fuera alguien de otra cuerda política. Ni un garrochista ni un coracero ni un dragón: tías en pelota. Parece claro que, ya de entrada, desde el propio cartel anunciador, la conmemoración de aquella guerra decisiva no anda en manos muy solventes.