Fraga ha vuelto a defender a Franco. Es su privilegio en una democracia, incluso en la calle, que él decía que era suya cuando era ministro, del mismo modo que en el régimen en el que él sirvió una opinión equiparable hubiera constituido delito del que había que responder ante un tribunal especial, encima. Que Fraga opine que Franco fue un buen gobernante no sólo no me parece raro sino que me resulta del todo coherente con un pasado que, a diferencia de otros muchos, él nunca ocultó. Y que profetice que la Historia, es decir, la memoria en el tiempo, cambie su actual imagen de tirano por la de un líder eximio, tampoco, incluso si sugiere el paralelismo con Napoleón, ciertamente rehabilitado tras largos años de repudio. Es más, que Fraga piense y sostenga estas cosas es lo normal, me parece a mí, mientras que el hecho de que se mantenga en el púlpito desde el que predica constituye una equivocación histórica del PP que quizá pudo entenderse en ciertos momentos –¡anda que si habláramos de trágalas en cada uno de los partidos…!– pero que, a estas alturas, ya no tiene pase. Es verdad que la de Fraga parece en esta ocasión más bien una reflexión histórica que un vaticinio expresivo de sus devociones, como es bien cierto que son muchos los personajes históricos cuestionados cuya imagen ha cambiado con el tiempo. Ahora mismo hay quien anda empeñado en subir a los altares a la Reina Católica frente a quienes tratan de degradarla al máximo como gobernante y como persona. Normal. Los alemanes no se atreven todavía a “recuperar” a Hitler, pero no olvidemos las racionalizaciones que hace bien poco tuvo a bien ofrecer al mundo llamado ‘libre’ un escritor progresista tan incuestionado como Günter Grass, y el putinismo, por su lado, anda recuperando en Rusia al padrecito Stalin a paso rápido, probablemente como ejercicio de vacunación contra las tendencias disgregadoras que se viven sobre las ruinas del imperio soviético. Démosle tiempo al tiempo, y cualquier figura denigrada acabará posando para el daguerrotipo del futuro con la camisa cambiada. O al revés: “Me dejé seducir por el nazismo sin resistencia”, confesó Grass. El papa Ratzinger, por su parte, no dijo nada de su paso por la ‘Wehrmacht’ y ahí lo tienen.
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Fraga no representa ya, políticamente, más que lo que se le quiera atribuir. Apenas una sombra del pasado, es cierto, un eco pertinaz lamentablemente no extinguido, vale, pero ya me dirán por qué se le van pedir a ese olmo las peras de su conversión mientras de manera tan tenaz como insensata se andan manteniendo, por el envés de la memoria, contumacias simétricas. Otra cosa es que se mire hacia el PP que lo mantiene como presidente, preguntándose por qué no echan de una vez por la borda un lastre que ahora sí que no tiene justificación posible en la teoría de partido pero que, por sí solo, garantiza a la “nueva derecha” el consabido estigma de franquista. Aparte, insisto, en que no es del todo improbable, al paso que va la burra, una eventual y relativa modificación en la imagen histórica de Franco ni en la de ninguna otra figura histórica, y menos en una era en que el amateurismo está haciendo de la Historia un palimpsesto en el que vemos virar del negro al rosa y viceversa, constantemente, a tanto protagonista del pasado. Sin salir de mi biblioteca puedo comprobar lo distinto que es Alejandro según lo contemplemos en Arriano, Estrabón, Plutarco, Quinto Curcio, Diodoro, Justino, el Pseudo-Calíxtenes, Droysen, Hammond, Robin L. Fox o Bosworth. Tiempos distintos, puntos de vista. A despecho de los ‘naturalistas’ estrictos, hay que admitir que el imprescindible subjetivismo a la hora de mirar atrás vale para todos o no debe valer para nadie. A Fraga mismo también lo ha de revisar la Historia con el tiempo. Ni que decir tiene que para reducirlo a alguna de sus escalas inapreciables.
Me alegra que salga al paso de lo que pasó desapercibido dadas las mutuas estrategias del bipartidismo. Y me consuela que hyaya alkguioen capaz de decir lo obvio sin miedo: ese personaje caducado es, además, democráticamente indeseable, le venga bien o mal ala «nueva derecha», que tiene aún mucho de vieja.
Toute d’accord, mi don Anfi. Los dinosaurios, en los museos. Y calladitos, lógicamente, que salen más guapos en la foto. Pero.
Dos peros. Me pienso, me sospecho, me temo que nuestro monarca reinante piensa del fallecido dictador cosas muy semejantes a las que dice Zapatones, aunque como no es tonto –aunque casi siempre se lo hace- se lo calla. Allá él. También me da la risa floja cuando hacen vivas protestas de antifranquismo jovencitos de la quinta del Cîrcûn e inferiores, cuando tenían 15 o menos años al producirse el óbito del gallego. ¿Se imaginan al bobo ese al que llaman Pepiño repartiendo en pantalón corto furibundos panfletos contra su paisano?
Otro pero. No sé si el Jefe omite o no ha valorado lo que AÚN representa el Fragata allá en la brumosa Galicia. Ahora que están chupando rueda en la oposición, que se ha muerto Cuiña, que Marianiño tiene un pie en el aire, el vetusto estafermo sigue siendo un referente y una autoridad. Pero repito, Icariamorcilla, calladito o falando galego bajito a la sombra de un carballo, haría menos daño. Sobre todo a su propio partido.
Conforme también hoy, con la columna y con su dedonado esfeurzo en la tertulia de Herrera esta mañana, buen hombre, que hay que ver la paciencia que tiene usted.
No sépor qué Fraga no se va. Yo me fui cuando me llegó la hora, no la del Reglamento sino la lógica, la «hora biológica» que resuena en tu reloj interior. Todo el que se queda acaba reducido a su caricatura, como suele decir ja. A fraga hace tiempo que le opcurrió y desde entonces es mayor el daño que el beneficio que produce, gallegazo aparte… y habría mucho que hablar, doña Icaria.
Me gusta su toma de posición, pero ella no va a impedir que algunos imbéciles sigan señalándole como submarino del PP a pesar de su «ficha» y de su testimonio constante. No se deje impresionar: la gente acusa sin pensar y, por supuesto, sin leer.
Los tiranosaurios no se ausentan, se extinguen. No digo más.
Debería remitir el comentario a sus amigos Rajoy y Arenas, habituales de sus conferencias-mítines. Seguro que lo fichan a usted para el equipo electoral.
Fraga fue siempre, es bueno tener memoria, un político por encima del régimen franquista. Incluso para la propaganda, pequeño Goebbels, su conmemoración del los «25 años de paz» consiguieron el concurso y colaboraciónn de muchos que hoy no querrían verse en el escaparate. Hay q
que reconocerle al bárbaro su mérito, su capacidad de trabajo y algo infrecuente: su honestidad económica. ¿Cuántos «sociatisas» que permanecieran en el poder la cuarta parte de Fraga carecerían hioy de un fortunón. No me pidan nombres, proque como jagm acostumbra a «amenazar», puede que los dé.
Desde la izquierdac creemos que Fraga pudo contribuir a la Transición (nosotras éramos bebés…) pero hace tiempo que es una rémora para que en España funcione una derecha distinta y sin complejos. ¿Quién no se acomplejaría sabiéndose hijo o nieto de Fraga?
No me parece justo el comentario de Icaria: igualar la actitud del Rey con la de Fraga no es razonable. Y en todo caso, todo el mundo tiene derecho a cambiar. A lo que nadie lo tiene es a permanecer empecinado –«contumaz» dice con precisión el anfitrión de esta página– en posturas erróneas o perjudiciales.
¡Si les contáramos a estos pibes (y a los seniors) cosas del Fraga de aquella Faculta, querido! Pero mejor lo dejamso.Tu comentario, inobjetable. El PP parece que se siente a gusto con su complejo.
Feliz año, buena genet, auqnue me malicio que va a ser de órdago por los síntomas. Tal vez no pasen deél Castro o Fraga, esos dos amigos o afines por los extremos. Salvados los aspectos humanos, sería lo mejor que podría decretar el Destino que todo lo puede.
Porque no dice nada don jagm del acto de Madrid, una cosa tan importante se mire por donde se mire? Yo al menos no pierdo la esperanza de que lo haga.
Esta mañana, en la radio, señora Niçoise, ya ha dicho bastante: que Pepiño no era Azaña, o sea, que se vayan tentando la ropa quienes han abierto la jaula y despertado a la fiera dormida.La metáfora me ha parecido buenñísima, y la comparación con Fraga decisiva.
Todo personaje tiene su orto, su cenit y su ocaso. La culpa no es, por lo tanto de Fraga, sino de los que, a pesar de esta ley de hierro, lepermiten presidir la alternativa política en España. Desde luego, el PSOE siempre ha tenido una suerte loca con sus ingenuos oponentes,primero los comunistas (que le hicieron el trabajo casi completo) y ahora estos conservatas tan primos.
El acto de Madrid, como se ha dicho aquí, es muy importante. Lo que a mí me gustaría conocer es qué piensa el señor gm de él POLÍTICAMENTE. Adelanto que si rechazo los excesos que me parece que en aquel acto se produjeron, desprecio olímpicamente la explotación estudiada que el zapaterismo ha hecho de esa patinazo.
Es asombroso ver a tanto sabio junto y ni uno solo con responsabilidad.
Una servidora oye poca radio y ve menos televisión. ¿Una pose? Que cada cual piense lo que quiera. Pero sí le pido a don Roque tres palabras sobre lo que mi don Jefe dijo ante el Herrera sobre la carlistada -lo juro, lo he oído esta mañana de viva voz- del domingo. ¿Qué error hubo? Bien merci.
Ah, que se me olvidaba. El tal pufff suena a ventosidad traicionera: fétida, pero silenciosa.
La grosería no es imprescindible, doña.
Colleja aceptada.