Será delicado el imprescindible equilibrio en el futuro “Gobierno del cambio” que se negociará esta semana. Valdrá, por supuesto, que ese Gobierno sea de coalición; no valdría que el correspondiente reparto de competencias internas desembocara en una indeseable bicefalia. ¿Resignar Hacienda en el socio, como quiere Ciudadanos? Pues vale, por qué no, pero sólo mientras mientras ello no cuestione –ni siquiera en el plano simbólico— la capacidad moral del partido del Presidente ni sugiera un atisbo de desconfianza. Ese Gobierno ha de ser fuerte o no será, porque va a tener enfrente una oposición fáctica desconocida hasta ahora en la autonomía.