La izquierda andaluza no tiene nada mejor en qué pensar, a pesar de la crisis y su propio hundimiento, que en competir con la religión exacerbando hasta el ridículo el proceso de secularización que afecta a nuestras sociedades. El invento del “bautismo civil”, mismamente, es un puro solecismo que implica, de entrada, ignorar que cosa es ‘bautismo’, y de salida, pretender una suplantación efectiva de la Iglesia que no tiene otro sentido que el que pueda conferirle la intención. Si no se bautiza a un niño –cosa legítima y frecuente—basta con inscribirlo en el Registro Civil. Lo demás no es sino el antiguo reflejo antirreligioso en el que cierta izquierda ha sublimado siempre –¡y a qué precio!—su incapacidad política.