Jornada de agitación callejera a cargo del movimiento de los presuntos “indignados”, curiosa tribu que, al menos en España, sigue arremetiendo contra todo lo que se mueve en la vida pública menos contra el Gobierno. Ponen a punto sus armas para la guerra que comenzará puntual el 21-N, al día siguiente de las elecciones si es que se confirma, como parece más que probable, el triunfo del PP. Trasntier mismo, a juzgar por el tono y las consignas, quedó claro que siguen en el limbo ideológico como corsarios a merced de quien los arme: sin un ideas originales, sin plan alguno, pertrechados sólo de malhumorada protesta y tópicos encontrados en el desván de la vieja izquierda. Qué pena de ocasión perdida, porque la verdad es que motivos para la indignación con faltan.