De “primarias”, nada: el candidato de la capital será impuesto por la mesa-camilla y a otra cosa, es decir, que los militantes habrán de limitarse a refrendar la candidatura decidida por el partido sin participación alguna de las bases. Las promesas de Chaves y de ZP, el compromiso de democracia interna que viene prodigándose desde el 97 por lo menos, se queda en agua de borrajas. Eso sí, en Huelva, al menos en la imaginación autodidacta del colosal polítólogo Mario Jiménez, el bucle imaginario se cerrará en una dialéctica para tontos de baba: la elección del candidato será democrática pero el nombre lo decidirá la jefatura. ¡Tomen del frasco! De democracia interna, nada, de “primarias”, menos, que aún resuena el borboteo de los “pucheros” de Jaén y Sevilla que apearon en su día a Borrell y a Borbolla. Todos los partidos son leninistas mientras no se demuestre lo contrario. Y algunos, probablemente, aunque se demuestre.