No recuerdo un momento tan crítico, a salvo el 23-F, como el que vive nuestra democracia. ¡Un presidente del Gobierno a los pies de los caballos, acusado de plagiario y rehén de su propia desmesura! Difícil va a resultar escapar de este garlito, sobre el que gravita, por si algo faltaba, la sedición latente en Cataluña, el cuestionamiento del jefe de la leal (¿¡) Oposición, las corrupciones por doquier y la creciente crisis de unas autonomías incapaces de autocontrolarse con cordura. Y en Andalucía, como banda sonora, el ruido de fondo de unos interventores del Estado que denuncian el disparate de los ERE hasta decir que la Junta desorientó al Parlamento al presentarle para su aprobación unos Presupuestos “elaborados fraudulentamente” (sic). Todo es empeorable, por supuesto, pero esta vez va a resultar difícil lograrlo.