En el andalucismo de partido hace tiempo que se puso el sol. Acaso cuando la sombra del PSOE al que se pegó oscureció muchos méritos anteriores. Pero a tenor de las últimas elecciones, sencillamente, es que ya no existe. Su mascarón de proa, Pilar González, puede criticar ahora a izquierda y a derecha, pero le va a dar, probablemente, lo mismo, sin que su estrategia de lanzar insultos por encima de órbita haya de llevarla a ninguna parte. El que ha dedicado a Arenas, por ejemplo, al compararlo con un personaje degradado, demuestra, además de una completa inmadurez, la impertinencia de esos aficionados que creen que el insulto político es un argumento. El 25-F a lo peor se da cuenta de que ha estado alanceando molinos de viento.