El caciquismo, el nuevo y el viejo, son fenómenos de índole y efectos locales. Es la estrategia del control político ejercida desde un centro lejano por medio de habilitados del mandón. Con Cánovas o con ZP, da lo mismo, y si lo dudan escuchen a la ministra desastrosa, a lady Aviaco, decir en Málaga con su gracia merdellonera que si va a haber AVE en la capital es por providencia de ZP, en virtuduela cual ella ha podido “pasarse un poquito”. ¿Pasarse de qué, cómo, cuánto? Sería urgente aclarar esa barbaridad con tufillo prevaricador aunque sólo fuera para despejar dudas sobre los criterios y manejos del Gobierno de esta nación de naciones en la que los ministros no dudan en ufanarse de haber sobrepasado las bardas de la legalidad. La esencia de este fracaso democrático estriba en el caciquismo. El éxito de éste, en el respaldo del Gobierno.