En Zaragoza los bomberos acaban de ganarle el pulso al Ayuntamiento obligándole judicialmente –¡y eso que el alcalde es juez!—a repetir unas oposiciones visiblemente amañadas. ¡Mira que si le ocurre otro tanto a la candidata Parralo en esta Huelva que un compañero suyo acaba de decir impunemente que “está en el culo del mundo”! Este personal ha inventado eso que llama el “perfil” y que consiste en convocar plazas en la Administración ajustando la convocatoria a los méritos de quien se pretende introducir en ella con la ganzúa de la influencia. Por ejemplo, pidiendo para una plaza de profesora en el Alto Conquero los conocimientos en inglés y medicina que posee la hija de la candidata y, verosímilmente, nadie más. ¿Qué no es así? Pues apresúrense a desmentirlo, a explicarlo, a lo que les apetezca, pero no dejen en la opinión pública la sensación de que los aspirantes al poder se reparten la tarta antes de conseguirla. El buen ejemplo es obligación del político. El malo, a medio o largo plazo, su perdición.