Suprimir la herencia fue el sueño infantil del izquierdismo decimonónico –recuérdese a Bakunin y al Congreso de La Haya–, un sueño jamás logrado que, sin embargo, está consiguiendo de hecho la rapacidad fiscal de algunas de nuestras autonomías, entre ellas la nuestra. No tenía desperdicio el trabajo que antier firmaba aquí A.R.Vega, incluyendo los trenos y lamentaciones de algunas víctimas. “No sé por qué tenemos que pagar tanto en Andalucía cuando en Madrid no se paga”, lamentaba una de ellas; “No quiero que a mis hijos mileuristas les pase lo mismo cuando yo muera”, se quejaba otra. No quieren reconocer que el déficit de esta pródiga taifa no se debe a que la autonomía ingrese poco sino a que gasta demasiado e, incluso, sin ton ni son.