Lo único que era imparable en Andalucía, desgraciadamente, era precisamente el paro. Un millón doscientos mil andaluces carecerán de trabajo a finales de 2011 si Dios no lo remedia, porque lo que es la Junta y el Gobierno bastante tienen con poner al mal tiempo buena cara y administrar como pueden ese optimismo que ha resultado ser el gran cáncer de nuestra situación socioeconómica. Un 30 por ciento paro es el triple mal contado de la media europea y una tasa que no hay optimista que pueda resistir. No hay mejor exponente del agotamiento de un “régimen” que después de treinta años de hegemonía no es capaz siquiera de reaccionar ante esta catástrofe.