Está visto que no hay autoridad alguna capaz de afrontar con decisión los problemas que plantea una juventud ciertamente sin expectativas y cargada de problemas. Vean la imagen del “macrobotellón” celebrado en Granada, escuchen a sus protagonistas gallear ante los solícitos micrófonos de la tele, recuerden las advertencias de los expertos sobre la tragedia a medio plazo que supone esta plaga de alcoholismo juvenil asociado, como es evidente, a otros consumos de drogas más dañinas si cabe. No hay autoridad que se oponga a esos miles de jóvenes potencialmente votantes. Cada partido, a su turno, espera beneficiarse de sus votos. Las cirrosis, cuando lleguen, perjudicarán en exclusiva a estos alegres consentidos.