Lo que hay que lamentar en los pueblos inundados de nuevo no es tanto la tormenta misma como la pasividad de la Junta en invertir en las obras de defensa que anteriores catástrofes demostraron imprescindibles. Ahora veremos de nuevo, seguramente, a esos responsables retratados con la apropiada trenca y de nuevo también hemos de oírles prometer –como ya hicieran en febrero y antes de febrero– lo que no tienen la menor intención de cumplir. Una desgracia es algo que ocurre sin remedio. Lo que teniendo remedio sucede es, sin duda posible, la culpa de alguien.