La Junta descarta ahora, a pesar del compromiso de Chaves, volver a reclamar a la UNESCO la declaración del cante flamenco como “patrimonio oral” de la Humanidad, una renuncia que, qué voy a decirles, a uno le parece no poco puesta en razón. Tonterías, las precisas, y tontería es embarcarse en un empeño como ése que ahora habrá de competir con las propuestas del propio Gobierno de la nación, entre las que destacan bienes culturales tan curiosos como el “silbo gomero” (no es coña), el Consejo murciano de Hombres Buenos o el Tribunal de Aguas de Valencia que hace la intemerata que no es sino un carnavalillo para turistas, sin la menor competencia. En Andalucía es notorio que está siendo saqueado el patrimonio arqueológico o documental sin que la consejería mueva un dedo, pero resulta que se mueve Roma con Santiago para “salvar”, no sé de qué, a la “dieta mediterránea”. Sacar el cante del colmao para meterlo en una “lista representativa” no tenía mucho sentido. Aunque con el pie cambiado, la Junta ha acabado por entenderlo.