Se complica el mercado municipal (el de la presunta compra de Ayuntamientos, se entiende) y, como rectificar es de sabios, la desvaída lideresa del antiguo “régimen”, doña Susana, gira sobre sí misma y deja mirando para La Meca al edil implicado en el chanchullo de Cartaya. Su nuevo argumento: que hay cosas y cosas, lo que implica que algunas de ellas no se deben consentir. Muy bien, pero queda pendiente la duda de si ese giro afectará sólo al implicado o será extensivo a “la organización”, es decir, si sus efectos se agotarán en el alfoz de ese bello pueblo o supondrán una crisis con todos sus avíos en el “aparato” provincial. Está visto que en las horas bajas cualquier pedrada echa abajo la vidriera.