La conmemoración del 28-F es ya pura rutina, mandingas y canapés, izadas de banderas en las que no cree ni el apuntador. Este año ha habido anécdotas significativas, como la traducción al árabe de la letra de ese himno oficial –que Infante derivado de “cantos del solsticio, rectos indudables de la cultura heliolítica (sic)”– por parte de una asociación de inmigrantes magrebíes e, incluso, de un ilegal cambio en la letra perpetrado por la propia Junta en Almería, donde en el verso “España y la Humanidad” ha sido sustituido absurdamente por “los pueblos y la Humanidad”. Ni el himno respetan (art. 3.3 del Estatuto de Autonomía vigente), empezando por la Junta. Imaginen si a alguien se le ocurre cambiar himnos en Cataluña o Euskadi.