Ayer publicaba este diario una entrevista al profesor Antonio Nadal, catedrático de Historia Contemporánea, más que demoledora en sus respuestas por su acendrado pesimismo pero también por la audacia de sus denuncias. Nadal ve una Andalucía en manos de los que él llama, con nombres y apellidos, “mediocres”, habla de la rebelión de las medianías” y del “intento de reactivar el franquismo”, asegura que el 80 por ciento d ela dirigencia democrática andaluza procede del franquismo, desdeña la campaña por “la recuperación de la memoria histórica” como “un negocio del que se benefician unos pocos” y que no está dando de sí más que “refritos y contrarrefritos”, denuncia la sumisión de los ‘medios’ al PSOE y acusa a Canal Sur en términos tremendos que culminan en la idea de que “roza la indignidad”, y suguiere, en fin, que tal vez “el destino inevitable de un intelectual crítico es no existir”. Un alegato severo en boca de un exmilitante destacado del PSOE, a cuyo Comité Federal perteneció, y que, al margen de modos y maneras, debería ser meditado por unos y otros.
Nadal se la ha jugado. Menos mal que hay uno con vergüenza. Lo de Linde es grave pero estupendo, y ya veremos qué le espera a Nadal a partir de ahora en esta Andalucía libre.