Qué sea la corrupción depende, de momento, del criterio de cada partido (y de cada ciudadano) y ni que decir tiene que cada cual arrimará inevitablemente el ascua a su sardina. El PSOE andaluz, por ejemplo, teniendo 106 cargos públicos imputados –incluyendo 39 candidatos a las próximas municipales, de los cuales 36 aspiran a sus respectivas alcaldías– presume en público de que no lleva ninguno, mientras que el cabeza de lista por IU a la alcaldía de Sevilla “distingue” entre “llevárselo calentito” (sic) y lo suyo, que no sería más que un presunto delito por venta ilegal de terrenos y otro por agravio a los derechos de los trabajadores. Oigo decir a Llamazares que él y unos cuantos han solicitado que este “presunto” dé “un paso atrás”. Convengamos en que menos da una piedra.