Cautivo y desarmado el tinglado susanita, la derrotada lideresa doña Susana parece dispuesta a cualquier cosa con tal de merecer siquiera la conmiseración del mismo Sánchez que ella logró humillar en su día. La última prueba de rendición ha sido la campanuda adhesión mostrada al defender la decisión de indultar a los rebeldes golpistas catalanes, invocando, ¡asómbrense!, la capacidad de “reconciliación y encuentro” del mismo, que ya es invocar. Es penosa esta imagen servil de la política que una y otra vez nos ofrecen sus profesionales pero más, si cabe, cuando la oferente ha sido tan demostradamente autócrata mientras estuvo arriba. Ver a esa tropa agarrase al clavo ardiente es el corrosivo más eficaz a la hora de degradar la imprescindible la conciencia democrática.