Mucho es lo que hemos podido leer sobre el hombre de Neardental entre la antropología y la literatura. Que fue una especie paralela a Cromañón, que esta última acabaría aniquilándolo, que tal vez pudieron convivir y hasta hibridarse, quién sabe. La aventura del paleontólogo y del antropólogo es siempre deslumbrante y siempre provisional de tal manera que la mayoría de lo que creemos saber sobre ese misterioso origen de la especie no deja de ser cuestionable ni seductor. Pero ahora ha sucedido algo que cambia las cosas porque se trata de una propuesta de recrear la especie musteriense en el laboratorio, una vez secuenciado su genoma, a base de introducir en una célula-madre los miles de fragmentos obtenidos en el laboratorio. Lo ha ofrecido un profesor de Harvard, George Church, que ahora busca una madre de alquiler que se preste al experimento, aunque dice el sabio que no se trataría de recrear una oveja Dolly más sino de conseguir dar vida a una cohorte completa, es decir un grupo capaz de asumir su identidad, de reproducirse y crecer. La Ciencia tiene el derecho y el deber de avanzar siempre que pueda, pero también es cierto que, en toda su larga existencia, no ha dejado de planear sobre ella el ensueño, ciertamente arriesgado, de una imaginación en busca de progresar como sea, como en la fábula del Dr. Moreau y tantas otras. La bioética podrá ser todo lo discutida que quieran los sabios pero no cabe duda de que esa perspectiva tiene mucho que decir sobre los riesgos que implican las desatentadas ambiciones de Pigmalión. ¿Habría que consentir experimentos como el del Dr. Church o prohibirlos por sus evidentes riesgos? La Ciencia no debe ser un juego ni saltarse las bardas del sentido común. La hipótesis del hombre artificial, hoy verosímil hasta cierto punto, implica un salto en el vacío que la Humanidad no debería consentir.
¿Qué haríamos, por lo demás, una vez recreados esos hombres diferentes de los que apenas sabemos algo fuera de la conjetura y que ya una vez –por algo sería—sucumbieron probablemente por la competencia de nuestros propios ancestros? ¿Es lícito cualquier ensayo “creador” en el vasto campo de la Ciencia o lo discreto sería diseñar para ella un ámbito libre pero claramente delimitado? Pienso en ese neardental que hubiera estremecido a Maria Shelley y no llego a comprender por qué quiere la imaginación actual dedicar nuestros recursos y comprometer nuestra seguridad jugando en el Parque Jurásico.
Lleva parte de razón pero admita que los límites no están claros. Hay que separar, de entrada, los enfoques ideológicos, como vengo observado que suele hacer usted. En lo demás estoy de acuerdo como lo he estado otras veces cuando ha criticado experimentos absurdos que se prodigan haste en las mejores universidades.
Viejo proble, querido ja, y me gusta el tecto con habla de la bioética. Este sabio está chalado, pero, ojo, porque las aventuras de las Shelley y los Frankestein no está garantizado que lleguen un día al laboratorio real.
La carrera de los investigadorestiene mucho de disparate. Se ha escrito por ahí los trucos que emplean, las zancadillas que se ponen, los plagios que perpetran entre ellos mismos. Nada tan grave, sin embargo,como hacer de Demiurgo y proponer la «creación» de una nueva especie humana. Empezamos a estar todos más locos de la cuenta.
El problema no está en la Ciencia sino en los locos. Es antigua la ilusión demiúrgica y seguirá siéndolo siempre. En este caso estoy con jagm en que se trata de una temeridad o, quien sabe, si de un absurdo.
Pues, poniendo una nota de pesimismo, pienso en la frase de tantos científicos -no todos chalados- de que lo que es posible hacer, alguna vez se hará.
No olviden que Dolly fue considerada como un importante avance científico para la humanidad, respaldada por un importante Instituto británico y se destacó su importancia en la lucha para combatir ciertas enfermedades.
A partir de entonces, la ingeniería genética no ha hecho sino crecer, estando presente en la elaboración de algunos fármacos y en la selección de linajes en la ganadería. De vegetales transgénicos ya, ni contar.
Por otra parte, de cuarenta años para abajo, la población vive en un mundo de hobbits y otros elfos. Su sentido de la ética…
Éramos pocos y parió la abuela.
una barbaridad, no hay que darle más vueltas. Epi, también Pangloos, llevan razon. (yY os demás, por descontado).