Prolifera la pulsión localista en la política andaluza justo cuando las fuerzas políticas convencionales tienden a agruparse –en ocasiones, más que en “frentes amplios” en “frentes enfrentados”—para desbordar el bipartidismo. El viejo PCA se queja al verse relegado dentro de su inconciliable Frankenstein, y en varias provincias –Huelva, Jaén y Granada— surgen, es de temer que de la nada, hijuelas lugareñas encaramadas en el tópico rechazo de “Sevilla y Madrid”. Mejor cabezas de ratón que cola de león, dice el adagio reaccionario. Pero es asombroso la inopia de tanto espontáneo ante la evidencia de la imparable degradación de una vida pública como la nuestra, reciclada en improvisado negocio en manos de un aventurerismo de tres al cuarto lamentablemente ejemplificado por el propio Gobierno de la nación.