Como el extraño tiempo que nos abruma, el nuevo año llega también encapotado bajo un cielo amenazante en el que todo son presiones, cortapisas, recortes de sueldo, aumento del paro sin contar las subidas en el gasto del ciudadano que habrá de pagar más por la luz, por el gas, por el combustible o por el transporte, más lo que ello arrastre, sin contar la subida de su carga impositiva. Nuestros políticos, que negaban la crisis primero y luego se han limitado a contemplar sus estragos, han decidido ahora que es más fácil meternos la mano en la cartera que aflojar la suya. El año no nace esperanzador, ciertamente, ni siquiera para ellos.