Se fue Chaves –buen viaje haya—sin ruido, casi de puntillas. Deja tras de sí un panorama sombrío y una autonomía devaluada, la perspectiva inminente de más de un millones de parados, la incertidumbre más absoluta sobre el porvenir político y le melón sucesorio cerrado. ¡Vaya balance! Se comprende que ni se haya asomado al Parlamento y que haya devuelto el acta como de tapadillo. Tampoco estaba la cosa para tirar cohetes. Desde luego, algo ha quedado claro: es difícil que lo que venga empeore la situación.
Quizás por ello hayan dejado al frente a un antiguo comentarista hípico, el famoso Riu-Kiu. Vamos al trote.