Los dos partidos mayoritarios alcanzaron antier un pacto para revisar el proyecto de Presupuestos elaborado por la Junta y lo hicieron en medio un sonoro intercambio de descalificaciones y zarpazos que –ojalá me equivoque—no presagia un buen final. El acuerdo era imprescindible en un momento crítico como el que vivimos y encaja en las promesas iniciales del presidente Griñán, pero cuesta imaginar un desenlace positivo entre tanta pulla y tanto insulto como se pudieron escuchar en el Parlamento. Si todo se resuelve luego en agua de borrajas habrá que pensar que estos partidos están incapacitados para ver fuera de sus respectivas anteojeras.