Caer en la red
Un desayuno con Ignacio Camacho resulta casi siempre demoledor. No sé por qué, la mañana refuerza su natural escéptico, pirroniano de estricta observancia, revuelto contra toda hipótesis que se tercie y no exento de un regusto narcisista por la originalidad y la paradoja, que son primas hermanas. Ignacio lleva sangre de dogos venecianos y eso…