Las dos espadas
Lo que faltaba: un arzobispo condenado –es decir, un arzobispo delincuente, si el presumible recurso no lo remedia– y, nada menos, que a instancias de un sacerdote de su propia diócesis. Con un fondo de dineros por medio (el viejo lío de CajaSur, la banda de la Iglesia), que lo complica todo sin remedio y…